El post de hoy va sobre esos momentos en los que nos gustaría hacer algo pero no lo hacemos por vergüenza.
Va de esos momentos en los que esa sensación algo molesta nos paraliza y nos impide hacer eso que íbamos a hacer.
Va de esas situaciones, como por ejemplo, cuando estás en una fiesta y, de repente, quieres bailar como un loco pero no te atreves porque sientes…. vergüenza.
Este post no te va a quitar la vergüenza pero sí te va a invitar a hacerte amig@ de ella.
Vamos a ver para qué sirve la vergüenza:
La vergüenza es una emoción y como todas las funciones tiene una función.
La vergüenza aparece cuando te valoras negativamente considerando que no cumples con una norma social o personal y ello quizá pudiera tener como resultado ser excluído de tu «comunidad», «tribu». Por lo tanto, la vergüenza tiene una importante función a nivel social y como el ser humano es un ser social no la sentimos en vano. Simplemente nos protege para no ser rechazados de la «manada», nos ayuda a formar parte para que así podamos satisfacer nuestra necesidad de pertenencia.
En resumen, la función adaptativa de la vergüenza es cuidar nuestra conexión con los demás teniendo en cuenta nuestras conductas y saltando «la alarma» cuando quizá toque corregir alguna.
Ahora bien, como todas las emociones, son estupendas cuando hacen su función pero pueden ser tocanarices o perder su razón de ser si hacemos un «mal uso de ellas». Me explico:
Una función se vuelve desadaptativa, en esto caso la vergüenza, cuando provoca en nosotros una sensación de inferioridad de manera continua, cuando no nos permite expresarnos nunca con tranquilidad, cuando nos corta nuestra libertad en todo momento. Allí, la vergüenza nos está sobreprotegiendo y no nos está permitiendo evolucionar como especie.
Allí es cuando la vergüenza se vuelve poco productiva y es cuando toca ponerse manos a la obra para reconducir la situación.
¿Cómo?
Pues poco a poco.
Ahora que sabes más sobre su función, te propongo, primero, observarte cuando sientes vergüenza.
¿En qué momentos la sientes?
¿Qué sientes?
¿Qué piensas en ese momento?
¿Qué opinas de lo que piensas?
¿Qué resultado tiene para ti?
Esta son solo unas cuantas preguntas para que empieces a tener curiosidad por explorar por esta fantástica y, a veces algo molesta, emoción.
¿Qué te parece? ¿A animas a empezar a indagar? Ya sabes que mi misión es generar curiosidad para que te apasiones, como yo, por conocerte cada vez más. Verás como así te entenderás mucho mejor y te disfrutarás más.
Si quieres cotillear más sobre la vergüenza, te dejo aquí un post que publiqué en mi cuenta de Instagram:
Me encantará leer cómo lo vives tú. Que no te de vergüenza expresarlo en comentarios. 😉
Feliz de tenerte por aquí. ¡Gracias!
Anna